jueves, 21 de agosto de 2014

No vuelvas, nunca.

Vas y vienes con la confianza que tiene aquel que sabe que estarán en sus  idas y venidas. Vas y vienes, y aunque muchas veces tardes en regresar siempre lo haces, eres como los recuerdos, que siempre vuelven arrasando con todo lo que encuentran a su paso, y en especial, mi estabilidad emocional.
No vuelvas, quédate dónde quiera que estés, piérdete de regreso a mí, olvida aquel día, mis palabras, mis chistes malos y mi cara que suplicaba un beso escondida tras una mueca de enfado, olvida mi forma de mirarte, de comprenderte, de hablarte y sobretodo de confíarme a ti.
Échame de menos, maldíceme en silencio al igual que hecho yo más de una vez, esconde tras un “espero que seas feliz, ya que conmigo no pudiste serlo” los peores insultos, esos que nunca has sido ni capaz de pronunciar, enfádate contigo, vuélvete loco.

Pero, por favor, no dejes que yo me entere, porque entonces no te hará falta volver, yo iré a buscarte, estés donde estés, pese lo que pese.

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